Adiós a los focos halógenos
Europa jubila los focos halógenos por su escasa eficiencia energética y fomenta el uso de luces LED, con un ahorro del 80% respecto a las lámparas convencionales.
Los focos halógenos siguen el camino de las bombillas incandescentes, las que lucieron en todos los hogares durante más de un siglo. Diferentes directivas europeas fueron retirando progresivamente del mercado las bombillas de 100 vatios, después las de 75 y 60 y, por último, las de 40 y 25 vatios.
La retirada ahora de los focos halógenos es un paso más de la Unión Europea por conseguir una mayor eficiencia energética y reducir la quema de combustibles fósiles (petróleo, gas), responsables de buena parte de las emisiones contaminantes en el mundo.
El LED, la mejor opción
El IDAE ha resaltado en varios informes que hay una idea equivocada muy extendida de asociar la luz que proporciona una bombilla con la cantidad de electricidad necesaria para producirla.
Para hacernos una idea de la diferencia que existe entre una antigua bombilla incandescente y un dispositivo de LED, el director general de industria explica que “una lámpara incandescente de 60 vatios ahora puede ser sustituida por una lámpara de tecnología LED de tan sólo 10 vatios”. Esta sensible diferencia se nota y mucho en el bolsillo: encender 3 horas al día la lámpara antigua costaría 12 euros al año mientras que la de tecnología LED costaría 2 euros.
El inconveniente de las luces LED es que son más caras que las tradicionales. Un LED de buena calidad puede costar, de media, unos 10 euros mientras que una luz fluorescente cuesta la mitad.
¿Qué tipo de LED usamos para la iluminación de toda la casa?
El IDAE recomienda utilizar diferentes tipos de luz dependiendo del tipo de estancia. En la cocina, es mejor utilizar tubos fluorescentes de 28 vatios para la iluminación general, o bien lámparas de bajo consumo con potencias entre 15 y 20 vatios.
En el cuarto de baño, suele ser suficiente una luz general y otra en el espejo. Para la luz general están indicadas las lámparas de tonalidad cálida y bajo consumo. En el espejo se pueden colocar lámparas de baja potencia o tubos fluorescentes en la zona superior o lateral del mismo.
En cuanto al salón, se necesitan puntos de luz directos e indirectos.Detrás de la televisión, una luz tenue que apunte hacia el techo reduce la fatiga ocular. En el comedor es suficiente con colocar una lámpara de techo a unos 60 centímetros de la mesa (en ambos lugares se pueden colocar lámparas de tecnología LED de 7W o las de bajo consumo compactas de potencias entre 11W y 20W).
Sin embargo, las zonas de lectura o trabajo requieren luminarias concentradas, orientables y regulables en altura (fluorescentes de bajo consumo de potencias entre 15W y 20W).
En los dormitorios se necesita una buena iluminación general con una luz suave, cálida y uniforme. Para conseguirlo lo mejor es utilizar lámparas halógenas, lámparas de bajo consumo cálidas o LED de baja potencia.
Por último , en los despachos, este instituto recomienda “en la iluminación general, lámparas fluorescentes compactas de 11W a 20W y, para el área cercana al ordenador, otro fluorescente debajo de una estantería o una lámpara de baja potencia”.